La casa junto al mar de Robert Guédiguian

La casa junto al mar

La casa junto al mar es el último trabajo de Robert Guédiguian. La película viene avalada por el enorme éxito que ha cosechado en Francia donde más de 550.000 personas han pasado por el cine desde su estreno comercial en noviembre pasado. Este último trabajo de Guédiguian narra la historia de tres hermanos en su madurez que se reúnen de nuevo en la casa familiar. La historia sucede en una hermosa cala de Marsella, escenario lleno de recuerdos que abrirá paso a una nueva etapa en sus vidas.

Protagonizada por los asiduos colaboradores del director, Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Anaïs Demoustier y Gérad Meylan, La casa junto al mar supone una vuelta al cine más personal y vitalista de Robert Guédiguian, quien describe la película como "un compendio de mis pensamientos actuales en forma de ficción".

La película tuvo su estreno internacional en el pasado Festival de Venecia donde logró el Premio Signis, otorgado por la propia organización no gubernamental y el Premio Unimed a la diversidad cultural y libertad de expresión. El jurado internacional de universitarios le otorgó este premio a la película por su valor artístico y la capacidad de representar un tema actual en torno a la integración y al multiculturalismo.

La casa junto al mar

Foto: (c)Agat Films

Sinopsis

En una pequeña cala cerca de Marsella, Angèle, Joseph y Armand vuelven a la casa que construyó su padre. Angèle es actriz y vive en París. Joseph está enamorado de una chica mucho más joven que él. Armand es el único que se quedó en Marsella para llevar el pequeño restaurante familiar. Es el momento de descubrir qué ha quedado de los ideales que les transmitió su progenitor, del mundo fraternal que construyó en este lugar mágico en torno a un restaurante para obreros. Pero la llegada de una patera a una cala vecina hará que sus reflexiones adopten otro rumbo.


Notas del director

Desde un principio decidimos rodar toda la película en la "calanque" (cala) Méjean, próxima a Marsella, que siempre me ha recordado a un teatro. Las casitas de colores que ascienden por la colina se asemejan más a un decorado compuesto solo de fachadas que a la realidad... Un viaducto pasa por encima y, desde abajo, los trenes parecen de juguete. La absoluta apertura hacia el mar transforma el horizonte en un telón de fondo, una tela pintada, sobre todo con la luz del invierno, cuando ya no hay nadie. Se convierte en un plató abandonado, maravilloso y melancólico.

En esta "burbuja" al aire libre, un grupo de personas formado por hermanos y hermanas, padres y madres, amigos y amantes habla de amores pasados y amores venideros. Todos ellos, mujeres y hombres, comparten el mismo sentimiento. Han llegado a un punto de su vida en que son plenamente conscientes del paso del tiempo, del mundo cambiante...Los caminos que abrieron antaño se cierran poco a poco. Hace falta un trabajo constante para mantenerlos o, en todo caso, deberán abrirse nuevos. Saben que su mundo desaparecerá con ellos. También saben que el mundo seguirá sin ellos. ¿Será un mundo mejor, peor?¿Gracias a ellos, por ellos?¿Qué quedará de ellos cuando ya no estén?
La casa junto al mar

Foto: (c)Agat Films
Y en esta situación, algo ocurre inesperadamente que quizá dé la vuelta a todos estos sentimientos, como una especie de revolución a lo Copérnico: unos niños, supervivientes de una patera naufragada, se esconden en las colinas. Son dos hermanos y una hermana algo mayor, un eco lejano de Joseph, Armand y Angèle. De pronto, la sensación de fraternidad vuelve a invadir la escena y deciden quedarse con los niños. Creo en este encuentro. Hay algo en la "globalización" que enlaza naturalmente con el mañana.

Aunque sea una exageración, me atrevo a decir que hoy en día no podría hacer una película sin hablar de los refugiados: vivimos en un país donde hay gente ahogándose en el mar a diario. Escojo la palabra "refugiados" deliberadamente. Me da igual que sea debido al cambio climático, la guerra o cualquier otra razón. Vienen buscando un refugio, un hogar.

¿Quién sabe si con la llegada de estos tres niños no renacerá la "calanque"? Angèle, Joseph y Armand se quedarán para criar a los niños, intentando que el restaurante, la comunidad de la colina y su mundo sobrevivan. Se esforzarán en preservar la comunicación entre las personas, y así, mantener la paz.

Fuente e imágenes: Golem

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