El niño protagonista de El imperio del sol (1987) de Spielberg, en su huida de la guerra y de la vida acomodaba que vivía en Shangai, pasaba delante de un cartel que anunciaba el exitoso filme de, entre otros muchos directores, Victor Fleming, Lo que el viento se llevó . Cruel símbolo de todo cuanto perdía ese muchacho. La historia de aquella película se basada en la autobiografía de un escritor, que, en sus nada complacientes páginas, recordaba su niñez, y que, incluso (en un sentido probablemente más propio del director) llegaba, en el final, a “ver” a Dios en el hongo atómico. El niño protagonista, hecho hombre en la dureza de la guerra, era J. G. Ballard (interpretaba, incluso, un pequeño papel en el filme), un escritor alucinado, interesante y original, de difícil catalogación (y a veces de compleja lectura), aunque lo normal es que se le suele englobar en el género de la ciencia ficción. Ahora nos ha llegado la noticia de su muerte. Él también ha sido arrastrado por el viento im