Abortos no legalizados

Hace ya casi dos años que Cristian Mungiu se llevó la Palma de Oro de Cannes por 4 meses, 3 semanas, 2 días.
Trailer 4 Meses 3 Semanas 2 Días


Los espectadores que pudieron verla seguramente se sobrecogieron por la crudeza de su contenido. En ella (ver crítica de Arantxa Bolaños) el rumano Mungiu narraba con un realismo inquietante las peripecias que debían hacer un par de amigas para que, esquivando el férreo control estatal, una de ellas pudiera abortar. Mentir, falsificar documentos, reunir una cantidad de dinero desmesurada, dejarse vejar...


Unos años antes, en el 2004, el director inglés Mike Leigh llevó a la primera línea de las carteleras una historia sobre el aborto. Pero, a diferencia de Mungiu, más centrado en el drama personal, Leigh retrata la labor de quienes provocaban abortos en la clandestinidad ya que, por aquel entonces (mediados del siglo pasado), era una práctica ilegal en el Reino Unido.

El Secreto de Vera Drake - Trailer


En cambio, por estas tierras, aunque es de agradecer el trabajo excepcional de directores como Chus Gutiérrez (con inminente estreno de Retorno a Hansala, premiada en la pasada Seminci), Jaime Rosales (Tiro en la cabeza) o Icíar Bollaín (quien con Te doy mis ojos expuso pedagógicamente el problema de la violencia machista), es difícil encontrar un cine social que vaya más allá de la pandereta y las anécdotas localistas. En cualquier caso, si algún cineasta español se aventurase ha realizar una película en la que el aborto fuese el tema central, tendría que ambientarla en Londres…


Como muestran las películas de Mungiu y Leigh, por más que se prohíba el aborto, éste seguirá existiendo. Por más que los hombres trajeados (bien con corbata o alzacuellos) quieran esquivar la mirada legislando de espaldas a la realidad, los embarazos no deseados continuarán existiendo para las mujeres que decidan (o no) continuar con el mismo. Y, al igual que ocurre con el tema de la prostitución, no se pueden tranquilizar las conciencias evitando encarar el problema. Porque, en tal caso, hacer invisible la realidad perjudica doblemente a las mujeres. Además de afrontar en soledad la difícil situación y, por tanto, quedando desprotegidas y sin garantías sanitarias, son criminalizadas.

Comentarios

  1. Muchos quieren esconder la realidad. Olvidan que una legislación sobre el aborto no quiere decir que la gente aborte. En tiempos de la dictadura algunas niñas bien se iban a abortar a Londres y de paso compraban en los almacenes londinenses. Y es que, claro, ese no es un país católico
    Quinlan

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  2. Grandes películas. Hay más sobre el tema. Pero podían servir de lección para algunas mentes inquisidoras. Pero ya se sabe los que se preocupan de gritar contra el aborto no se preocupan por los niños que han muerto en Gaza, ni los que mueren en tantos y tantos sitios como producto del habre, de la guerra... Pero, claro, ellos al menos pueden ser bautizados. Cuanta hipocresia...
    Reflexión

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  3. Qué moralistas os veo a todos.

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