Crítica de Fama


Cuatro años sin pena ni gloria 1 2 3 4 5
Escribe Eva Cortés




Prevista para estrenarse en noviembre, al final el remake del filme de 1980 Fama de Alan Parker, se retrasó hasta la semana de noche buena. Suponemos que quizás fue porque son fechas donde el público acude más al cine debido a que posee mayor tiempo de ocio y los productores pensaron que quizás así, tuviera más posibilidades de conseguir una importante recaudación en taquilla.

Pero los números dicen lo contrario. Fama en España la cinta consiguió en sus tres primeras semanas en taquilla un total de 723.427 euros, una cifra muy pequeña si la comparamos con Avatar que recaudó con 8.100.000 euros en su primera semana.

Poco hay más que decir ante unas cifras que dejan mucho que desear. Poco tiene que ver esta versión con aquella que hace treinta años revolucionó al público joven y al no tan joven.
Fama de 1980 gozaba de frescura. Fue esta película quien presentó al mundo la prestigiosa escuela de New York de Artes Escénicas. De la mano de sus protagonistas recorrimos el difícil camino hacia el triunfo. Eran historias cercanas, bien lazadas y contadas que reflejaban más o menos la realidad del momento. Angelo, Coco, Bruno o Lisa… eran personajes que serán recordados por esta cinta.

A partir de ahí el mundo del aprendizaje escénico se convirtió en un filón que ha servido a lo largo de muchos años como hilo conductor de varias series, musicales y concurso de televisión, sea por ejemplo el caso de Operación Triunfo, Factor X o Fama en nuestro país.



Kevin Tancharoen ha querido traer a nuestra memoria aquellas historias y aquella escuela, pero lo ha hecho de manera poco acertada.

Cambiar las historias de los personajes intentándolas adaptar a la sociedad actual ha sido uno de los puntos que cojean de la historia. Kevin intenta tocar varios temas sin profundizar ninguno. Suicidio, familia, separaciones, primer amor, clasicismo… En todos los casos se queda en la superficie y eso hace que el espectador no empatice con ninguna de las historias.

Pero es que además la evolución de las historias es farragosa. El filme empieza justo el día del casting; un casting propio de un reality con todo tipo de personajillos dispuestos a conseguir su plaza en la escuela. Es justo en esa primera toma de contacto donde ya se fragua el amor entre Marco (Asher Book que actuó en Medium) y Jenny (Kay Panabaker integrante de la popular serie CSI). Increíble pero cierto. ¡Viéndola de espaldas ya se ha enamorado el chaval!

Historias difusas

El intento de introducir la historieta de amor no aporta dosis extra de sentimiento, más bien de todo lo contrario. Ni entre ellos existe la suficiente química, ni el montaje nos permite que les tomemos cariño, todo va a un ritmo demasiado acelerado.

Tras el casting asistimos uno por uno a los cuatro años de formación de los chavales pasando de puntillas por las clases de danza, canto e interpretación. El espectador tiene la sensación de que se está perdiendo algo porque cuesta un poco seguir las elipsis de tiempo.

Por ejemplo, otro de los protagonistas Malik (Collins Pennié), un chico de los barrios bajos, tan pronto quiere ser actor y detesta participar en el bullicio e integrarse bailando junto a los chicos que rapean en el comedor; como de pronto le vemos siendo el alma de la fiesta, pinchando música en un garito y grabando un disco. Un cambio que deja perplejo.

Lo mismo nos pasa con su compañero de grupo Víctor (Walter Pérez). Llega a la escuela sin una historia detrás, sin antecedentes, solo sabemos que toca el piano de una forma poco profesional, sin postura ni partitura. Durante todo el metraje nos mantenemos con la misma intriga, sin saber al final si consigue algo o simplemente está ahí para hacer bulto.

Un poco más trabajado está el personaje de Dense interpretado por Naturi Naughton. Hace el papel de la típica niña buena que siempre obedece a sus padres pero que en realidad vive amargada porque lo que busca es ser el centro de atención, brillar en un escenario y no esconderse tras un piano.

Como digo, en todas estas historias nos imaginamos más que realmente entendemos porque todo es tan difuso, farragoso, que al acabar seguimos confundiendo incluso a algunos de los actores porque no hemos conseguido quedarnos bien con su cara.

Este el caso de la chica rubia (Kherington Payne). En el casting lleva el pelo largo y yo me pregunto, ¿es la misma que le pregunta a Víctor en la fiesta si esa canción la ha compuesto él?, ¿es la misma que luego vemos presentar a Víctor a sus estirados padres como su novio en un refinado restaurante y que ahora presume de pelo corto?. En resumen un caos absoluto.

En cuanto al género, ni siquiera las coreografías son espectaculares para ser que Kevin es corógrafo. Tan sólo en la escena final nos podemos quedar un poco con los ojos abiertos viendo el número. El resto son canciones bien escogidas para cada momento, todo sea dicho recuperadas de la versión ochentera, pero esta vez sin una fuerte puesta en escena. Por ejemplo, la de la parejita Marco y Jenny, en el restaurante, él al piano, tiene mas de pastelosa que de tierna.
Y como moraleja, la de siempre. Esfuerzo, perseverancia y autenticidad como claves del éxito, nada nuevo que no se pueda observar en un sin fin de películas, El bar coyote, Quiero ser como Beckham, Million Dólar Baby, por poner algunos ejemplos de distintos géneros y un largo etc.

En resumen, Fama ha pasado sin pena ni gloria por la taquilla, como los chavales por la escuela, como un suspiro. A veces las cifras son un dato a tener en cuenta antes de ir a ver una película; hay que saber que todo fenómeno de masas tiene su final, así que por favor, busquemos la originalidad en el cine y dejemos de beber del frasco de la originalidad de otros.

Comentarios

  1. La de Alan Parker tampoco era una buena película. Pero al menos no tan insufrible como esta

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Crítica de Mi nombre es Khan

La Filmoteca. Programación del 3 al 8 de marzo de 2020