`To shoot an elephant´: entrevista a Alberto Arce

web `To shoot an elephant´
Gijonés de 32 años, Alberto Arce presentó en el Festival de Gijón (FICXixon) el documental To shoot an elephant (TSAE). Escalofriante documento audiovisual, con él padecemos el asedio al que el ejercito israelí sometió, durante las navidades del 2008-09, a los habitantes de la franja de Gaza.

Comprometido con la causa palestina, Alberto lleva años informando de las injusticias que está perpetrando el estado israelí. Por medio de sus artículos y reportajes, trata de dar voz a quienes nadie escucha. Aquellos que, como describió Orwell hace décadas en el relato To shoot an elephant, parecen haber perdido de antemano la lucha con el mastodonte que les aplasta.

Impactante, descarnado, pero nunca gratuito, con TSAE Alberto lanza otro de sus encendidos artefactos arrojadizos con el fin de remover conciencias. Y así lo ha logrado por los festivales internacionales por los que ha pasado. Al mencionado Gijón, le precedieron Ámsterdam, Estocolmo, Dubai y Florencia, en el cual recogió el Premio al Mejor Director.

Mañana lunes 18, coincidiendo con el primer aniversario del fin del bombardeo de Israel sobre Gaza, está convocada una proyección global de la película.


web `To shoot an elephant´

Entrevista a Alberto Arce
diciembre 2009


cola para recoger alimentos
“To shoot an elephant”, ¿de dónde surgió la idea del título?

Cuando tenía 17 años leí Homenaje a Cataluña y desde entonces no he podido separarme de George Orwell. Mientras editábamos el documental me encontré con un relato de apenas dos páginas que escribió cuando era policía imperial británico en Birmania y comencé a encontrar paralelismos, sobrevenidos y forzados, probablemente, por mi decisión, tomada a priori, de dedicarle mi trabajo a Orwell. To shoot an elephant es un relato sobre la ridícula crueldad del colonialismo, el hombre blanco y el uso irracional de la violencia. Disparar a un elefante. La facilidad a la hora de acertar, de herir, junto a la dificultad de terminar con su vida. Y como todos los títulos, las interpretaciones que cada espectador quiera darle. Eso sí, siempre que se lean el relato original, que hemos colgado en la web del documental. Orwell escribió siempre desde dentro de la realidad a la que se refería. Yo me empotré en una ambulancia para filmarla. Cercanía a los hechos, solidaridad con quienes los viven, empatía y, sobre todo, entender desde dentro. Orwell marcó una línea de conjunción del relato generado por un actor externo con la implicación más intensa posible en los hechos relatados a la que quería rendir mi pequeño homenaje particular.

En la presentación en Gijón advertías que con este documental no pretendías disparar a la cabeza, sino ir directamente al estómago de los espectadores. ¿Acaso las posibilidades de reflexión y el diálogo también han quedado reducidos a cenizas?

Arce, en Gijón 2009Palestina es, sin ninguna duda, el lugar más narrado y relatado del planeta al mismo tiempo que el peor comprendido, desde mi punto de vista. La realidad es, quizás, lo que menos importa, a la hora de referise a lo que allí sucede. Demasiados tópicos, miedos, asunciones preconcebidas, discursos políticamente correctos, hastíos y saturaciones informativas de todo tipo y, sobre todo, una realidad muy triste: la decisión está tomada. Y no parece alterable. Israel es un socio fiable de Europa y los Estados Unidos que tiene carta blanca para actuar al margen de la ley, imponer la ley del más fuerte y de la jungla. El diálogo es un mantra de obligada repetición, el que se mueve no sale en la foto. La paz es una industria, lucrativa, catapulta para muchos, incluso para mí, siempre a costa del sufrimiento de los mismos. Me jodió lo que ví, lo que viví. El silencio en torno a los hechos que filmé me ha herido como ser humano, la impunidad, la el doble rasero, la hipocresía con la que la muerte de un palestino deja indiferentes a quienes pueden evitarla me ha llevado a un momento legítimamente visceral. Reivindico mi derecho a hacer sufrir al espectador que quiere conocer Gaza. Gaza es el infierno, ¿qué esperaban ver en mis imágenes más allá de una milésima parte de lo que allí sucedió? Es guerra. Y guerra significa muerte. La muerte es sucia, entre estertores y sangre. Y muchos parecen olvidarse de ello. Gaza se muere. El emperador está desnudo. Y mientras tanto, hay que rezarle a un diálogo y una paz que sólo existen en los despachos y las ruedas de prensa de quienes han convertido la muerte en moneda de cambio para sus carreras políticas y profesionales.

Niños frente al MinisterioEn algunas escenas, te oímos contactar con una agencia para informar de los bombardeos. Sin embargo, accedes a la zona con un permiso de “rodaje artístico”. Periodista, cineasta, observador… ¿desde qué perspectiva te sitúas para filmar TSAE?

Las etiquetas son algo que surge a posteriori. Alguien que escribe 20 páginas en un diario de tirada nacional, filma un Documentos TV y un largometraje documental y conecta en directo con los telediarios e informativos de todas las cadenas y emisoras durante tres semanas puede ser definido como zapatero, periodista o camillero, que cada uno decida lo que más cómodo le deje. No tenía carnet de prensa sino un contrato para realizar un largometraje documental. Yo me siento un periodista, a secas, que utiliza todos los formatos a su alcance para relatar lo que ve ante sus ojos. Una vez en Gaza, y bajo las bombas, era, simplemente, persona, filmaba, preguntaba, escuchaba y ayudaba en todo lo que podía. Las categorías son, por definición, reduccionistas y, en mi caso, han sido utilizadas para tratar de compartimentalizar mi trabajo y situarlo en un lugar menos valioso que si lo hubiera realizado un corresponsal "oficial". Arce junto a Rujailah, su informanteMi perspectiva es la de alguien que mira y escucha para filmar, escribir y contar. Eso se llama periodismo. Y cuando se alarga el plano y se construye la historia en una duración y un lenguaje determinados, cine. Pero siempre he visto que periodismo y cine documental son trabajos modulares, que encajan entre sí, son compatibles y se enriquecen mutuamente.

Situado a ras de suelo, recogiendo únicamente las declaraciones de los palestinos, éstos se convierten en testimonios “privilegiados”. En un doble sentido, por el peso que les concedes, pero también por las restricciones de acceso de observadores internacionales.

Los palestinos son testigos privilegiados de su propia muerte. Es decir, víctimas. Y aquí recupero el sentido literal de “Ley privada”. Mientras ellos mueren o esperar morir, les filmo y saco sus voces al exterior. No es compatible filmar al asesino y al asesinado en el caso de Gaza. Paramédico herido de bala
Porque el francotirador que dispara a un camillero de la Cruz Roja, por referirme a una de las escenas, no sólo le está disparando a Hassan. Me dispara a mí también. A matar. Que nadie piense que en la Franja de Gaza pueden recogerse las dos versiones. Es imposible. Y si tenemos a todos los medios de comunicación del mundo repitiendo hasta la saciedad la versión israelí de los hechos, que considero radicalmente falsa, ¿por qué debería grabarla yo también? Reivindico mi derecho a no realizar una película de un periodismo de versiones que crea que con decir A y B al mismo tiempo crea que ha sido honesto. Honesto es también tomar partido por lo que uno entiende como cierto. Israle no quería testigos. Yo soy testigo y convierto mi cámara en un corte de mangas al cierre informativo impuesto por Israel a la Franja de Gaza. Que lo llamen propaganda palestina. Yo lo considero una defensa de la libertad de acceso e información.

En el montaje posterior, excluyes incorporar material ajeno que pueda ampliar o contrastar las experiencias de los palestinos.

Cadáver carbonizadoEfectivamente. Quien quiera ampliar o contrastar la experiencia de los palestinos con las versiones israelíes de los hechos no tiene más que encender la televisión. Yo quería mostrar lo que sucedió sobre el terreno en la Franja de Gaza durante la operación “Plomo fundido”, no dejar una tesis más, la 483 sobre el llamado “conflicto palestino-israelí”. Trabajar con material de archivo o grabaciones externas a los hechos nunca se me pasó por la cabeza. Ni siquiera hemos puesto música ni datos geográficos o históricos que ayuden a contextualizar lo que se ve. Un bombardeo sobre un hospital es un bombardeo sobre un hospital. Ver cómo se utilizan armas químicas contra la sede de las Naciones Unidas es suficientemente explícito como para que considere que sobran los contextos ¿Qué contexto puede ayudar a comprender que se lanzase fósforo blanco sobre la harina de la que depende la población apenas unas horas antes del fin del bombardeo? No quiero contrastar. Me limito a mostrar. Que contraste el espectador, si quiere.

Montado ciñéndote a la linealidad de los acontecimientos, sin embargo optas por estructurar TSAE en capítulos referidos a espacios o acciones. ¿Eres consciente del tono novelesco que da al documental?

Bombardeo de la ciudadEl montaje es absolutamente lineal y cronológico. Testimonial. Crudo, seco, sin artificios. Tan sólo se introduce una palabra o una frase que da título a la viñeta que vamos a ver. Alguien lo definió como un retablo de El Bosco que va dirigiéndose hacia el infierno. Sólo quería mostrar. Y mostrando llegamos a un cierto momento, a un estilo, a un tono y unas sensaciones que según algunas personas ha evolucionado de testimonio a cine. No soy muy consciente. Me cuesta mucho entender el proceso de creación. Yo lo veo más bien como un mero orden impuesto a la realidad. Creo que no he hecho nada nuevo. Que me he limitado a descubrir mis cartas. La Batalla de Chile (Patricio Guzmán, 1972-1979), salvando la voz en off, que yo he decidido no utilizar, es el referente claro. Y creo que se nota que la he visto muchas veces.

Llegada de heridos al hospitalEn el montaje, ¿te costó descartar material? ¿Había algunas situaciones que tenías claro que eran imprescindibles?

Son 112 minutos. Y te aseguro que si de mi hubiese dependido, esta película duraría cuatro horas. ¿Vale más la muerte de las niñas Hamdan o la de las niñas Balusha? ¿Si lo filmo en tanto testimonio de crímenes de guerra con qué criterio decido que las Balusha finalmente se queden en mi disco duro? Es durísimo descartar el material, desde la implicación personal y desde el valor que tienen muchas de las escenas grabadas. Finalmente el creative commons como licencia para todo mi material tiene como objeto que otras personas reutilicen mi material,Cadáveres de las niñas Balusha el usado y el descartado, para contar la misma historia de diferentes maneras. ¿Quien soy yo para guardar en un cajón las historias que he filmado? ¿Quien soy yo para capitalizar la muerte y el sufrimiento de otros? Hay que tomar decisiones en montaje que duelen. Pues se contraponen con decisiones de distribución que tratan de devolver coherencia al carácter testimonial de mi trabajo. El material bruto se colgará en un servidor para su reutilización.

Vals con BashirY, sin embargo, a pesar de las imágenes que a menudo llegan del conflicto, apenas parecen surtir efecto. Ni aún cuando, en el caso de la muerte de Rachel Corrie, o en el incendio del almacén de la ONU que filmas, afecta directamente a la comunidad internacional. Ante una situación tan enquistada, en lugar de la crudeza de los testimonios palestinos, ¿puede que tengan más efecto reflexiones como la del israelí Ari Folman, con Vals con Bashir, o la producción hollywoodiense El lector que, respectivamente, ponen en cuestión la estrategia militar israelí y el enriquecimiento de los judíos a costa de explotar su condición de “víctimas del holocausto”?

Mi opinión sobre Vals con Bashir es clara. Cuando tenemos a un criminal de guerra, con todo lo que ello implica. Yo sólo querría verlo sentado ante un tribunal, en el banquillo de los acusados. Y no en una rueda de prensa, tratando de comprender el modo en que convierte en arte su trauma de asesino. Es un gran documental. Pero una historia miserable. Que cada uno decida donde quiere situarse. Yo lo tengo claro. Podríamos construir poesía con las imágenes del fósforo blanco. No me interesa hacerlo. Bombardeo del almacén de alimentos de la ONUMe interesa filmarlas para que algún día sean utilizadas como prueba en un juicio. No creo que nada tenga efecto, lamentablemente. No creo que ni Vals con Bashir ni mi documental tengan ninguna consecuencia más allá del egoísmo y beneficio que sus autores extraemos de su realización. Es así de triste. Me gustaría que existiese una relación causa-efecto en este trabajo. Pero creo que no sucede. Me gustaría ser más idealista de lo que soy. Pero sin llegar a creerme ni a pretender ser artista. Una vez más, ni me siento capaz de realizar reflexiones sobre el objeto de estudio más complejas que las que hago. No me interesa, antes crímenes de guerra, nada más que mostrarlos.

Has anunciado que TSAE no pasará por las salas comerciales, sino que se distribuirá directamente en DVD y por internet. ¿Ya puedes precisar más datos (fechas, webs, distribuidora, etc.) y los motivos que te han llevado a esta forma de distribución?

Pues resulta que finalmente sí pasará por salas comerciales. Nos lo han propuesto y sucederá. No estaba en el plan. Siempre y cuando no sea incompatible con que lo vea la mayor cantidad de público posible no nos cerramos a ninguna opción. Me temo que muchos documentales cuestan 70.000 euros, de los cuales, la mayor parte no son más beneficio empresarial, para posteriormente quedarse guardados en un cajón a la espera de alguna subvención pública, y pasan por una sala con 800 espectadores en total a lo largo de toda su vida. Mis documentales pueden verlos miles de personas, cuestan cuatro duros, literalmente, se cuelgan en internet y circulan allá donde se pidan. Yo estoy aquí por casualidad. Y donde haya una norma o manera establecida de producir, filmar o distribuir, estableceré un diálogo crítico para ver si es posible saltársela. Llámalo provocación, llámalo como quieras. No estoy dispuesto a pasarme dos años dando vueltas con un proyecto para que alguien consiga realizarlo a través de una subvención y convertir eso en un modo de vida. descargas del filmRespeto a quien lo hace, pero en mi caso, simplemente, no es necesario entrar en la rueda de un sistema que rechazo con toda mi racionalidad.

Desde unos años estás viviendo en Barcelona, donde se ha producido un fructífero desarrollo del documental más experimental. Sin embargo, pareces mantenerte al margen de esta tendencia y te sitúas más próximo al documental de denuncia.

Me encanta sentarme a ver documentales. La Leyenda del tiempo (Isaki Lacuesta, 2006), Cravan Vs Cavan (I. Lacuesta, 2002) o el increíble viaje hacia Alemania de Enric Marco [Ich Bin Enric Marco, Santiago Fillol y Lucas Vermal, 2009]. Me enamora En la ciudad de Sylvia (José Luis Guerin, 2007) y creo que Los Hermanos Oligor (Joan López Lloret, 2005) o Utopía 79 (J.Lopez, 2006) son piezas increíbles. Pero yo prefiero irme solo, cámara en mano a dar vueltas por Palestina o Irak. Probablemente porque es lo único que sé hacer. Vamos, seguro que porque es lo único que sé hacer. Y también lo único que quiero hacer. En Barcelona se hace un determinado tipo de documental, no tengo la menor duda. Con el que yo no tengo nada que ver. Coincidir en ciudad no significa nada. Ni me planteo hacer algo remotamente artístico. No sería capaz. Ese no sería yo. Yo soy otra cosa. No voy a pretender imitar a nadie. Lo haría fatal y no tendría el más mínimo interés. Arce junto a Eva Bartlett, en la “sala de prensa”En realidad hago documentales porque Youtube no puede cargar vídeos de más 9 minutos, porque en Barcelona no podría trabajar para TV3 al no ser periodista, por poner un motivo, y por casualidad. Sin ningún planteamiento más profundo que ese. ¿Denuncia? Vale, me sirve. Sí, me gusta. Así de tópico.

¿Cuáles son los próximos proyectos que tienes en mente?

Irak. Mientras escribo estas palabras y me subo al avión. ¿Que ha sucedido en Baghdad a lo largo de estos dos años? ¿Cómo han sobrevivido los que ni pudieron ni quisieron irse? ¿Cuales han sido las estrategias utilizadas para continuar asistiendo a clase en la univerisdad, para conducir un taxi, para abrir su puesto en el mercado? ¿Sigue siendo Irak un país unido o han triunfado completamente los ocupantes a la hora de convertirlo en una sucesión de reinos de taifas para nuestro mayor provecho petrolífero? Los americanos han ganado la guerra. ¿Y los iraquíes como se están adaptando a esa realidad?

Por último, el artista holandés Renzo Martens, en Enjoy poverty. Episode 3 (2008), cuestiona el “provecho” que están sacando periodistas, ONGs, consumidores y empresarios occidentales del estigma de pobreza en África. ¿Es extrapolable esta crítica a la cobertura que se hace de la violencia en Oriente Medio?

Por supuesto. Viva el cinismo. ¿A cuanto vale el kilo de niño palestino muerto? ¿Cuanto dinero o reconocimiento o futuros encargos surgen a partir de mi grabación de la muerte de los hermanos Hamdan? ¿Soy un documentalista o periodista que se paga sus fernets y sus cervezas con la sangre de quienes han muerto frente a su cámara? ¿Nos iríamos muchos al paro si aquello se solucionase? Por supuesto. ¿No son las ONG´s que trabajan en Palestina meros gestores administrativos de la ocupación que se limitan a suplir la labor del ocupante? ¿No son muchos de los cooperantes más que fieles burócratas que rellenan formularios de reconstrucción y suministro de medicamentos a cambio de un tanto por ciento de comisión para su ONG y un buen sueldo. Veamos todos de nuevo Plácido (Luis García Berlanga, 1961). Sentemos un negrito a nuestra mesa. Vistamos un pañuelo palestino. Solidarios, de lunes a domingo. Aguerridos reporteros. Con un khalasnikov en cada plano. Déjame ser cinico. Y que me insulten los que no saben reírse de sí mismos.

Hogar de Yabalia

Comentarios

  1. ¿se va a estrenar la película? Parece que está bien. El director, además, dice cosas interesantes.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Crítica de Mi nombre es Khan

La Filmoteca. Programación del 3 al 8 de marzo de 2020

Crítica de Fama