Crítica de Brothers

Valientes valores 1 2 3 4 5
Escribe Ángel Vallejo
Cartel de Brothers

Segundo filme de la aventura norteamericana de Jim Sheridan, a la sazón remake de una película danesa (Brødre, Susanne Bier, 2004) que narra sólo tangencialmente las desventuras de un soldado norteamericano en Afganistán como sustento de la pudrición de sus relaciones familiares en los Estados Unidos.

Brothers no es una película bélica; aún cuando relata ciertos hechos que bien podrían catalogarse dentro del estilo, lo cierto es que las escenas de secuestro y tortura de los soldados norteamericanos en el país asiático son lo más prescindible del film, y lo son porque están contaminados de impostura, de autoafirmación heroica, de justificaciones morales muy pobres: es posible que gran parte del público precisase de tales escenas explicativas, pero lo cierto es que lo mejor de la película puede disfrutarse sin ellas.

BrothersBrothers tampoco es una película antibelicista, aunque muchos de sus parámetros pretendan criticar (muy ligeramente) el absurdo de unas guerras libradas a decenas de miles de kilómetros de distancia con el único objeto de mantener una supuesta tradición heroica y libertadora. Cabe suponer que alguien como Jim Sheridan está pagando el precio de la reasunción sin complejos de esos valores que panfletos como En territorio hostil se encargaban de reivindicar, siendo encima premiados por ello. La corriente de opinión no es ahora favorable a la autoflagelación y el reconocimiento de errores. Consecuentemente, las películas se vuelven menos atrevidas.

Lo que Brothers sí es, en resumen, es un drama familiar con trasfondo bélico que apenas sugiere, aunque no deje de hacerlo, que casi todos los males que acontecen en la familia protagonista derivan de la reasunción de aquellos valores heroicos de cartón piedra.

Cuenta la historia de dos hermanos radicalmente distintos, el uno, mimesis del padre, militar condecorado, obediente y padre de familia ejemplar que cuenta con todas las simpatías de su progenitor, y el otro un joven delincuente, desubicado y alcohólico que constituye su antítesis. Paradójicamente éste último es el resultado de aplicar el sentido común y el rechazo a las actitudes del muy estricto padre. Un personaje que se devela no tan inmaduro como inadaptado, asqueado de los valores que aquél encarna y que se muestra completamente refractario a sus reproches. Este papel de Jake Gyllenhaal, un actor en crecimiento, es uno de los más amables de un filme que cuenta con varios papeles amables, pero que curiosamente hace referencia a un tipo del que en la vida real no querríamos saber nada. En sus antípodas, el hermano menor/padre interpretado por Tobey Maguire, también excepcionalmente conducido y que se constituye en prototipo de un héroe de guerra trastornado por circunstancias atroces. Ha de decirse que en conjunto el trabajo actoral es magnífico, destacando por encima de todos el de la pequeña Bailee Madison, la hija mayor de la pareja protagonista formada por Natalie Portman y Maguire, quien al final se constituye como un alter ego post generacional de Jake Gyllenhaal: es la niña atormentada que no comprende la actitud de un padre enloquecido y que se rebela contra él, en una tensionada y magnífica secuencia de cena familiar que pone los pelos de punta.

Brothers

Sin embargo, los parabienes para la película acaban aquí. Ha de acusarse a Brothers de no ser lo suficientemente valiente (algunas escenas han sido despojadas de carga emocional para no herir al espectador, otras han sido suavizadas, otras directamente suprimidas con respecto a la original) y en ocasiones de ser enormemente previsible e incluso ñoña. Su desarrollo es tremendamente desigual, muy dilatado al comienzo y particularmente intenso al final (lo cual hace que la película suba enteros, pero siempre que no hayas desistido al comienzo), y su maniqueísmo es a veces sonrojante. Mis simpatías por los talibanes son inexistentes, pero a menudo me pregunto si son los únicos que violan la convención de Ginebra, como quiere mostrarnos el filme.

Lo cierto es que sólo un breve y postizo epílogo centra el foco sobre los temas principales: el perdón a uno mismo, las consecuencias de la guerra, los absurdos prejuicios sociales y culturales que nos enajenan… pero ello no parece suficiente como para dar mayor crédito a un filme con varias vías de agua. Es una lástima que Sheridan, con su ocasional buen hacer, no haya sabido sacar petróleo de ellas.

Brothers

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