Crítica de Tregua - Festival de Cine Alemán


Viaje de valientes
Escribe Eva Cortés

Tregua

Con la opera prima de Lancelot von Naso regresamos en la maquina del tiempo al 2004 y nos plantamos en Bagdad, al final de la guerra de Irak. Allí conocemos a Oliver (Max von Pufendorf) y Ralf (Hannes Jaenicke) dos periodistas llegados desde Alemania para informar al mundo de los desastres de la guerra; poco después conocemos a la enfermera Kim (Thekla Reuten) y al doctor Alain Laroche (Matthias Habich), uno de los pocos médicos que quedan en Faluya, en plena zona de combate, ambos son voluntarios de la ONG Médicos del Mundo.

Faluya esta tomada en ese momento por insurgentes iraquíes que luchan contara las fuerzas estadounidenses. Batallas urbanas calificadas como las peores del mundo. Alain que colabora en el hospital del lugar se ha quedado sin medicinas, sin material y decide pedir ayuda a Kim, por eso viaja en Bagdad. Ambos deciden emprender un peligroso viaje a Faluya y trasladar las medicinas aprovechando que va haber tregua durante un día.

Aún así es peligroso y más cuando los superiores no quieren responsabilizarse de nada. Entonces Kim decide hablar con su amigo Oliver, el periodista para que les acompañe en esa travesía por el desierto, para que sean su salvoconducto a la zona de combate.

Oliver aburrido de trabajar desde el hotel, busca el reportaje definitivo, el que pueda concienciar de los desastres que esa guerra está teniendo, el que cuente la realidad de lo que está ocurriendo, así que convence a Ralf – que no está nada seguro de semejante locura – para que le acompañe a Faluya.

Así empieza esta road-movie de estilo documental. El resto un viaje de ida y vuelta cargado de peligros, los menos todo sea dicho, siendo que van directos a la boca del lobo.

El tiempo fílmico es de un día entero pero al espectador se le hace eterno. Parece que nunca van a llegar al hospital de Faluya, que no van a conseguir llevar los medicamentos ni salir vivos de allí.

Para aumentar los peligros y la tensión si cabe, nuestros intrépidos viajan en una furgoneta de apariencia nada segura, conducida por Husam (Husam Chadat), conocedor en principio de la zona, sólo en principio.

TreguaY bueno aunque es verdad que desde el plano en que Ralf le enseña a Hussan la foto de su hija por la noche - una de las veces que arreglan la furgoneta- ya sabemos quien va a morir seguro en esa locura, es cierto que el final sigue siendo incierto, poco previsible. Esto mantiene al espectador en tensión continua, como ya he dicho, sin dejar cabida alguna al aburrimiento.

Además de la acción, de la intriga, esta opera prima busca como digo la concienciación ante una realidad que está ahí. Que veamos de cerca lo que sucede en los conflictos bélicos donde las personas se deshumanizan y acaban por actuar por puro instinto de supervivencia.

Otro objetivo para Lancelot von Naso es aplaudir la labor de todas esas personas que viajan desinteresadamente a este tipo de lugares en conflicto ya sea para ayudar a los que mas lo necesitan, los enfermos; como para informarnos al resto de lo que allí acontece, jugándose todos por ello la vida.

Es Tregua una película rodada en tono documental, donde ambos periodistas van recogiendo diferentes testimonios de las personas que van conociendo en su viaje; una película de valientes, una película de sentimiento, llena de humanidad y sensibilidad, que encuentra la medida justa para sin recrearse en el morbo, mostrarnos las atrocidades de esa guerra, espejo de todas las demás.

TreguaQuizás le falte profundizar puesto que cada uno de los personajes aparenta mucha riqueza interior, que luego no se nos muestra como debiera. Por ejemplo el doctor Alain – interpretado por Matthias Habich como el resto de una forma espléndida - en un diálogo con su colega Kim le confiesa que está cansado, que la guerra puede con él y que quiere regresar a su casa en Alemania. Cuando llegan al hospital de Faluya y se encuentra con lo sucedido, se va directo a operar. El espectador puede sobrentender que no le queda otra que quedarse ahí, pero se queda con las ganas de Alain diga si en verdad es lo que quiere.

Supongo esta falta de profundización es por el hecho de querer abarcar diferentes objetivos y puntos de vista. Es complicado contar todo bien y al completo. Pero esto no quita las buenas intenciones de Lancelot von Naso que ha conseguido una película emocionante, ágil, entrañable y desgarradora, que nos hace más conscientes de realidades como las de Irak.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Crítica de Mi nombre es Khan

La Filmoteca. Programación del 3 al 8 de marzo de 2020

Crítica de Fama