El cine y los audiovisuales en la enseñanza
El ciclo que la Filmoteca de Cataluña dedicó al tema educativo, “Zero en conducta: la educación a debate”, finalizó el pasado mayo con una mesa redonda en que se debatió sobre la presencia del cine en las escuelas. Entre los presentes, participaron Nuria Aidelman (de Cinema en curs y A Bao A Qu) , Coral Caro (catedrática de Enseñanza Secundaria), Mercè Coll (de Drac Màgic y catedrática de Filosofía de Secundaria), Aurora Maquinay (pedagoga de Educación en Comunicación Audiovisual) y Anna Molas (de Escola Projecte). El debate, coordinado por Ramon Breu (coordinador de Cinescola), se inició preguntándose cómo es que no se ha podido llegar a la integración del cine y los audiovisuales en el sistema educativo.
Tomando como ejemplos concretos las escuelas y talleres que se están llevando a cabo en Cataluña, coordinados por algunas de las intervinientes en el debate, en seguida salta la duda de porqué no es posible integrarlos en el currículo educativo y, por tanto, hacerlos universales para todos los estudiantes. ¿Quizás por conservadurismo, cobardía y/o pereza de los sucesivos responsables políticos? Sea cual sea la causa, se constata que la implicación de los profesores es fundamental en la integración de los audiovisuales y el cine en la enseñanza básica y obligatoria.
Porqué incorporar el cine en la educación obligatoria
Tras presentar a las participantes, y los proyectos en los que están involucradas, Ramon Breu manifestó su sorpresa por el poco uso que se hace de los audiovisuales en las escuelas. Porque, aunque la presencia de ordenadores y las nuevas tecnologías sea palpable en los centros escolares, en realidad el cine (y los medios audiovisuales) no se han integrado como materias de estudio ni como herramienta para el estudio. “Es realmente sorprendente el poco uso que se hace de los audiovisuales en las escuelas. Sin embargo, continuó Breu, allí donde se han aplicado, se ha visto que han dinamizado las aulas”. Por citar algunos beneficios, Breu menciona que:
Mercè Coll también hizo hincapié en la escasa (por no decir nula) presencia de los audiovisuales en los currículos. De mero “barniz”, calificó la profesora, ya que la forma en que se han incluido refleja un absoluto desconocimiento de lo que significa “cultura audiovisual”. Por ejemplo, no basta con organizar salidas y proyecciones de cine en clase si, con ello, no se enseña a traducir las imágenes en palabras. Ni tampoco es suficiente hacer una historia del cine si, recalcó Coll, no se trabaja también “la significación del mundo en relación con la construcción del espacio visual y el fuera de campo”. Por tanto, es necesario romper con el tópico de que una imagen vale más que mil palabras ya que el simple hecho de verlas no significa comprenderlas.
Para Coll es imprescindible aprender a descifrar las imágenes. Por ello, reclama la introducción de la especialización en la enseñanza obligatoria. “Se puede hablar de las películas desde distintas perspectivas, señala Coll, pero no todos los docentes están capacitados para hacer un análisis profundo del significado de las imágenes”. Asimismo, apunta que es preciso analizar cómo incorporar el análisis de las imágenes en los currículos escolares y preparar a los docentes adecuados.
Líneas de trabajo: ejemplos
Anna Molas, fundadora de Escola Projecte, expuso su concepción de la escuela como un lugar en el que, además de adquirir los aprendizajes de contenidos, también ayude a madurar a las personas. Esto es, “que aprendan a pensar, explica Molas, y que luego sepan hacer una argumentación, saber hacer una ordenación de ideas, saber escuchar cuando se genere un debate, saber utilizar un vocabulario preciso, etc.”. Para ello, señala Molas, un buen método de trabajo es, por ejemplo, trabajar con un guión, ya que implica trasladar en imágenes su pensamiento sobre el mundo adulto. Sin embargo, coinciden todos los presentes en que hay una palpable falta de recursos para introducir el cine en la enseñanza/aprendizaje.
Casos excepcionales son los talleres de cine Cinema en Curs que, desde el curso 2005/06, dirige Núria Aidelman junto a Laia Colell. Siguiendo el modelo pedagógico francés, estos talleres se integran en el curso escolar de escuelas e institutos públicos de Cataluña, teniendo por objeto “acercar a los alumnos al arte cinematográfico y a sus valores: trabajo en equipo, constancia, capacidad de espera, imaginación y sensibilidad” (programa en PDF). Aidelman resumió en siete puntos los principios de un trabajo:
Otra línea de trabajo con el cine y los audiovisuales es la que desarrolla Coral Caro y el programa Educando en Igualdad. Centrándose en los estudios de género, Caro se plantea un doble objetivo: reforzar la autoestima de las chicas y buscar nuevos modelos identitarios (y, por tanto, también buscar nuevos modelos de masculinidad). Para lo cual, evidentemente, no sirve cualquier película.
En manos de apasionados
A pesar de estas iniciativas, el panorama es bastante desolador. Aurora Maquinay, responsable hasta hace poco del Programa de Educación en Comunicación Audiovisual del Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña, recalcó la relevancia de la pasión en la integración del cine en la educación. Resumiendo la evolución de la educación española, desde el franquismo hasta la actualidad, Maquinay hizo un recorrido histórico que partió de sus experiencias personales (llegando a hacer peyas para ir al cine antes que a la escuela) hasta, ya como profesional en el campo pedagógico, los problemas curriculares de la implantación de la LOGSE. Sin embargo, en todo lo que llevamos de democracia, sea cual sea el modelo pedagógico, Maquinay destacó que las experiencias de introducción del cine y la comunicación audiovisual ha estado siempre marcada por la voluntad de los profesores y maestros. Es decir, su incorporación ha dependido de iniciativas individuales que, además, han tenido que hacer frente a los cambios legislativos que dificultan, si cabe aún más, su aplicación.
Tomando como ejemplos concretos las escuelas y talleres que se están llevando a cabo en Cataluña, coordinados por algunas de las intervinientes en el debate, en seguida salta la duda de porqué no es posible integrarlos en el currículo educativo y, por tanto, hacerlos universales para todos los estudiantes. ¿Quizás por conservadurismo, cobardía y/o pereza de los sucesivos responsables políticos? Sea cual sea la causa, se constata que la implicación de los profesores es fundamental en la integración de los audiovisuales y el cine en la enseñanza básica y obligatoria.
Porqué incorporar el cine en la educación obligatoria

Mercè Coll también hizo hincapié en la escasa (por no decir nula) presencia de los audiovisuales en los currículos. De mero “barniz”, calificó la profesora, ya que la forma en que se han incluido refleja un absoluto desconocimiento de lo que significa “cultura audiovisual”. Por ejemplo, no basta con organizar salidas y proyecciones de cine en clase si, con ello, no se enseña a traducir las imágenes en palabras. Ni tampoco es suficiente hacer una historia del cine si, recalcó Coll, no se trabaja también “la significación del mundo en relación con la construcción del espacio visual y el fuera de campo”. Por tanto, es necesario romper con el tópico de que una imagen vale más que mil palabras ya que el simple hecho de verlas no significa comprenderlas.
Para Coll es imprescindible aprender a descifrar las imágenes. Por ello, reclama la introducción de la especialización en la enseñanza obligatoria. “Se puede hablar de las películas desde distintas perspectivas, señala Coll, pero no todos los docentes están capacitados para hacer un análisis profundo del significado de las imágenes”. Asimismo, apunta que es preciso analizar cómo incorporar el análisis de las imágenes en los currículos escolares y preparar a los docentes adecuados.
Líneas de trabajo: ejemplos
Anna Molas, fundadora de Escola Projecte, expuso su concepción de la escuela como un lugar en el que, además de adquirir los aprendizajes de contenidos, también ayude a madurar a las personas. Esto es, “que aprendan a pensar, explica Molas, y que luego sepan hacer una argumentación, saber hacer una ordenación de ideas, saber escuchar cuando se genere un debate, saber utilizar un vocabulario preciso, etc.”. Para ello, señala Molas, un buen método de trabajo es, por ejemplo, trabajar con un guión, ya que implica trasladar en imágenes su pensamiento sobre el mundo adulto. Sin embargo, coinciden todos los presentes en que hay una palpable falta de recursos para introducir el cine en la enseñanza/aprendizaje.

Otra línea de trabajo con el cine y los audiovisuales es la que desarrolla Coral Caro y el programa Educando en Igualdad. Centrándose en los estudios de género, Caro se plantea un doble objetivo: reforzar la autoestima de las chicas y buscar nuevos modelos identitarios (y, por tanto, también buscar nuevos modelos de masculinidad). Para lo cual, evidentemente, no sirve cualquier película.
En manos de apasionados
A pesar de estas iniciativas, el panorama es bastante desolador. Aurora Maquinay, responsable hasta hace poco del Programa de Educación en Comunicación Audiovisual del Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña, recalcó la relevancia de la pasión en la integración del cine en la educación. Resumiendo la evolución de la educación española, desde el franquismo hasta la actualidad, Maquinay hizo un recorrido histórico que partió de sus experiencias personales (llegando a hacer peyas para ir al cine antes que a la escuela) hasta, ya como profesional en el campo pedagógico, los problemas curriculares de la implantación de la LOGSE. Sin embargo, en todo lo que llevamos de democracia, sea cual sea el modelo pedagógico, Maquinay destacó que las experiencias de introducción del cine y la comunicación audiovisual ha estado siempre marcada por la voluntad de los profesores y maestros. Es decir, su incorporación ha dependido de iniciativas individuales que, además, han tenido que hacer frente a los cambios legislativos que dificultan, si cabe aún más, su aplicación.

Comentarios
Publicar un comentario