Jean-Luc Godard, más cine que años




Jean-Luc Godard acaba de cumplir 80 años, efemérides que celebra con una película en cartel. Film Socialisme es su última pieza, y la número 93 en su obra.

Film Socialisme es un film pesimista y lúcido, ¿crepuscular? Tal vez de senectud, pero de la senectud de un genio. Alguien ha dicho que es un poema pesimista que quiere contar historias, en concreto tres. Las tres partes que componen un film capitular sobre el deteriorio de la comunicación humana y del estatuto de la imagen. El autor se enroló en un crucero y terminó visitando enclaves históricos del Mediterrénao, al estilo e Manoel de Oliveira en Una película hablada, para esbozar una serie de situaciones caóticas que, como siempre ocurre en los films de Godard, con declaraciones crípticas que cuesta entender a la primera y encuadres extraños, acaban retratándonos como civilización y como seres mejor que un Atlas o que los rayos X.


Está siendo una película de difícil digestión, una píldora estimulante de debate, halagüeño o detractor, pero debate al fin y al cabo, material de discusión. Cannes esperaba con entusiasmo la presencia del autor, que estaba confirmada en la pasada edición del Festival, donde se estrenó la obra. En el último momento, el presidente del certamen recibió un teletipo manuscrito:“Queridos amigos, debido a problemas de tipo griego [sic] no podré ser vuestro invitado a Cannes. Amistosamente, Jean-Luc Godard”

Film Socialisme contiene parte de la explicación de ésa ironía entre líneas. Mientras Grecia salía a subasta pública, Godard le devolvía a la antigua Europa la reverencia por Sófocles y Eurípides, por el Quijote, por Eisenstein y por Balzac. A última hora, el autor de Histoire(s) du cinéma, Pierrot le fou, Alphaville, Bande à part, (y las 89 restantes que pueden ustedes consultar en IMDB), no asistió a la presentación y prefirió quedarse en su casa de Suiza, quizás viendo un capítulo de House, que por lo visto le gusta mucho. Se habló de desaire, de estrategia, de ganas de rizar el rizo de la controversia que acompaña fielmente al autor desde que, soñador de pelo largo, salió de los adoquines del 68 parisino y fundó el grupo Dziga Vertov para escribir guiones en los portales parisinos junto a François Truffaut.


Entendemos el disgusto de Cannes. Todo el gabinete de prensa de punta en blanco como los pueblerinos de Bienvenidro Mr. Marshall, y Godard pasando de largo. Pero a éstas alturas, ya no se puede ser inocente. Sabemos que sus películas no necesitan presentación. Y él, que por veterano y por genio podría saber más que el demonio, se nos adelantó con un teletipo. La modernidad que necesita de performances para detonar sus mensajes, no es la modernidad de Godard. La suya, ya nos precede como espectadores, al menos a quien escribe éstas líneas.

Film Socialisme es un film de laboratorio, que no siente nostalgia de tiempos pasados, sino que observa el presente y teme por el futuro. A Godard siempre le inquietaron nuestras relaciones con la imagen. Por eso dinamitó Hollywood y luego lo amó en Histoire(s) du Cinéma. Sus héroes erraban por París, soltando reflexiones imposibles, pero también se batían en duelo como Patt Garret y Billy el niño. Sólo Bande à part podría ser un manual de dramaturgia, y Alphaville uno de interpretación de gestos del actor. No es Godard quien lo dice. Somos nosotros, que hemos aprendido a interpretar el cine (incluido el godardiano) a través de sus imágenes. Es su contemporaneidad la que habla por él.


En una entrevista no demasiado antigua, el padre de la Nouvelle Vague decía que la posteridad no le preocupaba demasiado. No sabemos si porque sigue manteniendo el fuelle de un treintañero, o porque es profundamente consciente –y aquí la vanidad sería lo de menos- de que su obra le sobrevivirá. Algunos dicen que estamos, probablemente, ante su última película. Lo ponemos en duda.

¿Quién fue Godard? Nos preguntaremos. Un contemporáneo de su tiempo, diría Nietzsche. Un sujeto que miró su época a los ojos, y en ésa mirada fue capaz de contener entusiasmo y difidencia. Sea como sea, reseñarle, a éstas alturas de la vida y del cine, es casi un milagro, algo raro. Muy, pero que muy raro. Cuanto menos, una fortuna.



Comentarios

  1. Uno de los grandes maestros del cine moderno. Una obra la suya, que va abriendo caminos a un lenguaje más moderno, más adulto. Un renovador... clásico.
    Felicidades por sus productivos años, por su desprecio al "orden" establecido, por negarse a recoger el Oscar honorífico, por ser fiel a sí mismo. Por seguir siendo Godard.

    ResponderEliminar
  2. A pesar de sus ochenta años su cine sigue el propio de un joven investigador del lenguaje cinematográfico. Gracias a directores como él, el cine sigue siendo abierto, distinto, nuevo y grande

    ResponderEliminar
  3. Siempre fue muy dado a no ir a los festivales. No es de los que admitiesen facimente su ritual. Incluso para redcoger premios como ocurrió en un festival veneciano.

    Y ahora, hace escados días, dijo no a Hollywood. A él le iban a ir con bromas, Nada menos que le iban a otorgar un Oscar honorífico por toda su obra. Dijo que le esperaran sentados, que además no se le iba a dar dentro de la ceremonia (grande) de los Oscar. Que eso no eran los Oscar. Y es que desde hace unos años se oculta a los ganadores de Oscar honoríficos, quizás sus años, el paso del tiempo sosbre su persona, no va con la presencia de la belleza, de la juventud, del glamour de los que acuden a la grann noche de la ceremonia. Es como si se tratase de ocultar a unas personalidades a las que incluso les costase andar por la alfombra roja. Por eso, y por otras muchas cosas, Godard se ha vuelto a plantar y ha dicho no. Que nada le importa el Oscar ese. Godard será siempre Godard hasta sut úlimo suspiro

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Crítica de Mi nombre es Khan

La Filmoteca. Programación del 3 al 8 de marzo de 2020

Crítica de Fama