Las llamas del sol, un cortometraje de Pepe Sapena



Encapsular el tiempo

"Si ves el rayo verde, serás capaz de comprender tus propios sentimientos y los de los demás". Esta famosa cita del célebre autor Julio Verne, extraída de su libro El rayo verde (1882), tan válida y valiosa es para la obra del mismo nombre del cineasta francés Eric Rohmer, como para el nuevo cortometraje del cineasta valenciano Pepe Sapena. Las llamas del sol (2019) trata de comprender sentimientos, más allá de que no podamos compartirlos. Se dice que compartir es querer y querer es compartir, pero podríamos matizar: “comprender es querer y querer es comprender”. El amor, en la juventud, puede contemplarse como algo naif, pero ello no le quita intensidad, ni tampoco verdad. Las protagonistas del último filme de Sapena navegan por esa ligereza e intensidad del amor aun no madurado, cargado de contradicciones y fuertes creencias. Una no entiende el amor como algo único y eterno. La otra, en cambio, cree que amar es para siempre. Ambas se sitúan frente a un cuadro en el que dos personas flotan de amor y se recriminan sus puntos de vista:“Igual para sentir la sensación de amor verdadero debes haberla vivido alguna vez”.

Las llamas del sol
Una imagen de Las llamas del sol
Las dos defienden sus ideales como verdades absolutas, pero esas verdades no existen. O si existen, existen ambas (y muchas otras) a la vez. Y Pepe Sapena así lo expresa, con profundo respeto a sus personajes y sus ideas. Por un lado, en el cuadro, las personas flotan, el amor así ha sido entendido. Por otro lado, en el contraplano, ellas están clavadas en el suelo, sin apenas moverse. Las dos vertientes explicadas en dos sencillos planos, con una claridad y economía narrativa que recorre de manera sorprendente la breve filmografía de este joven director recién salido de la ECAM. Del mismo modo que en su anterior cortometraje, Pesca en agua dulce (2018), el amor entre hermanas se descubría por los secretos pasados de miradas y silencios, aquí el amor pasional se traduce, de alguna manera, entre palabras (dichas y no dichas) de un futuro aún oculto. En el cine de Sapena, la temporalidad tiene una importancia extrema. Siempre se ancla en el presente, pero ese presente está lleno de otros momentos, vividos y no vividos. Sus personajes observan la vida, y le dan la importancia que todos le damos, pero Sapena lo despoja de gravedad. Es un cine siempre a la altura de los ojos, y a la distancia adecuada para vernos en sus personas, pero no adentrarnos en susindividualidades. Porque, en definitiva,no dejan de ser Las llamas del sol. Dos llamas, importantes en su ser, pero rodeadas y perdidas entre muchas otras.

Palpita de este modo el cine del propio Rohmer, de ese El rayo verde de 1986, o del cine coreano de Hong Sang-soo. Un cine de pequeños momentos y de leves cotidianidades que reflejan la realidad del ser humano. Al igual que estos dos directores, Pepe Sapena demuestra que sabe navegar de manera asombrosa entre la espontaneidad del instante y la claridad del tiempo encapsulado. Así como la pantalla en un momento se paraliza, para observar la instantánea que una de las dos chicas capta sobre la otra en un parque, el relato se detiene en ese retrato tan sincero y difícil de definir del amor a flor de piel. Ambas piensan de manera diferente, pero ambas acaban comprendiéndose. Pensar distinto no significa no sentir igual y,en ambos casos, ellas atrapan ese momento para un futuro recuerdo (uno de esos recuerdos que bien transmitían las hermanas de Pesca en agua dulce). “Es bonito este sitio”, dice el amor no verdadero. “Sí, me gusta mucho”, responde la idea de príncipe azul. Quizá queriendo decir que el amor, flotante o no, tiene su unión en eso. En un silencio, en una sonrisa. En un parque que, probablemente, ya no volverá a ser el mismo.

Texto: Víctor Luiz Riona

Trailer LAS LLAMAS DEL SOL from ECAM on Vimeo.

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