Crítica de Nausicaä del Valle del Viento
Hermoso mito animado 1 2 3 4 5
Escribe Ángel Vallejo
Gracias al artículo de nuestra compañera Daniela, sabemos que Nausicaä constituye el primer largometraje del maestro Hayao Miyazaki en colaboración con Studio Ghibli; no obstante, sería injusto obviar que la película tiene un recorrido mucho más largo que el exclusivamente cinematográfico.
En principio Nausicaä fue concebida como cómic, y de hecho su desarrollo en formato impreso se prolongó durante doce años (desde1982 a 1994), con lo que es razonable pensar que el correspondiente animé sólo comprende uno de los primeros capítulos de una historia mucho más compleja y fecunda.
No puede colegirse de ello, sin embargo, que se trate de una aventura inconclusa en el doble sentido de la palabra: relato inacabado por un lado y sin conclusiones sobre las que reflexionar por el otro.
Si bien es cierto que la historia da mucho más de sí en el manga, no lo es menos que la mayor parte de las ideas se encuentran ya en esta especie de anticipo cinematográfico; en él se nos habla de temas muy queridos por realizador japonés y que constituyen la espina dorsal de casi toda su filmografía: el amor por la naturaleza, el desprecio hacia la contaminación y los efectos indeseables de la civilización industrial y la guerra, además de un cierto feminismo sutil, casi Carrolliano, donde los personajes femeninos son mucho más conscientes y menos agresivos que sus homólogos masculinos. Baste señalar que incluso la excepción a la regla, esa agresiva emperatriz que pretende la conquista mediante la fuerza bruta, modera un tanto sus posturas tras conocer a Nausicaä, aunque su transformación en personaje amable no pueda completarse hasta episodios posteriores exclusivamente del cómic.
Si además tomamos en consideración la fecha de nacimiento de Miyazaki, el año 41 del pasado siglo, no es extraño descubrir algunos de los temores ya casi atávicamente nipones que pueblan sus filmes, como el miedo nuclear y el imperialismo belicista: nótese que el “enemigo” a batir es por un lado un “hongo tóxico” y por el otro la ya mencionada emperatriz que ansía la conquista por encima de todo sin miedo a despertar a los dioses de la guerra que antaño casi aniquilaron el planeta y que curiosamente expresan su fuerza mediante explosiones descomunales.
Así pues, no cabe plantear la insuficiencia reflexiva, dado que los temas y sus consecuencias aparecen claramente definidos, ni tampoco su provisionalidad, puesto que la película está narrada en forma de mito clásico que arriba al cénit por medio de la apelación (eso sí, un tanto apresurada) a la leyenda que cuentan los mayores del valle. El cierre es, si se quiere, una invitación a imaginar (o leer) el desarrollo de las posteriores aventuras de los habitantes del valle del viento desde un nuevo comienzo mediatizado por las consecuencias de este capítulo inicial.
Abundando en las riquezas del film, no podemos dejar de lado el hecho de que su visión es altamente recomendable tanto para adultos como para niños.
Al contrario de lo que ha sucedido en experimentos recientes que no logran conciliar el equilibrio generacional, Nausicaä resulta lo suficientemente sugerente y madura como para ser disfrutada por los acompañantes de más edad de esos niños que deben ser los verdaderos destinatarios de un filme que no renuncia a los valores, siempre sin moralizar y que entretiene sin banalizar.
Ello se debe principalmente a los ya conocidos puntos fuertes de un Miyazaki que por entonces se hallaba en su madurez creativa: la imaginación profusa tanto en lo visual como en lo argumental, el talento estético y la fuerza dramática, añadiendo a ello una capacidad para crear mundos tan sugerentes que no puede descartarse el añadir una maldad complementaria a la reflexión de Daniela: El reestreno de Nausicaä no parece deberse sólo a cuestiones de marketing, aunque sin duda a la base de tal actuación pueda encontrase una motivación económica… el que aparezca en nuestras pantallas un producto de más de veinticinco años podría también tener que ver con las similitudes del clásico de animación japonesa con el supertaquillazo de James Cameron, Avatar, y puede ser interpretado como un último bofetón en el ya hinchado carrillo del norteamericano que ha visto cómo se le acusaba una y otra vez de plagio sin consideración alguna a su estatus de director más laureado de Hollywood.
No obstante, similitudes aparte y teniendo en cuenta la caballerosidad nipona que excluiría todo recurso al escarnio, podríamos considerar que los males de Avatar se deben a lo trillado de su argumento, y que la grandeza de Nausicaä no deriva sólo de su anticipación temporal: ésta es sin duda una película mucho más profunda y rica que su sucesora, y atesora mayor talento creativo. Ello de por sí es ya una invitación a disfrutarla en pantalla grande, o como mínimo, a adquirirla en formato doméstico para su revisión a lo largo de distintas generaciones. Estamos seguros de que no las defraudará.
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